28 noviembre 2005

Alain Touraine

- ¿No se arreglaría ese malestar con inversiones, puestos de trabajo, becas...?

- ¡Ese no es el problema! Es parte del problema y una consecuencia de ese error, pero la revuelta no se produce por hambre ni por empleo sino por autoestima herida, por ese dolorido sentimiento de hijo repudiado.

(...)


- Francamente: pensaba que la economía era la raíz del problema.

- Usted y toda la clase política. Pero el paradigma ha cambiado. Es parecido a lo que sucedía en el XIX cuando el partido liberal y el conservador dirimían frivolidades en el Parlamento mientras el curso de la historia se decidía en sindicatos y fábricas.

- Pero las clases siguen luchando.

- Su lucha ya no es el motor de la historia. Durante un siglo el reto era conciliar la capacidad de crear prosperidad del capitalismo con la necesidad de distribuirla con justicia, pero hoy el conflicto que genera todas las energías es cómo convivir con culturas diferentes y armonizar la identidad cultural y la diversidad con los derechos individuales.

- ¿Usted qué propone?

- Libertad, fraternidad, igualdad y... ¡laicidad! Defender los derechos individuales frente a las imposiciones culturales religiosas. Occidente se forja desde el siglo XIII en la lucha entre el papa y el emperador. Y aquí hay que recordar aquello tan vigente de "Al césar lo que es del césar...".

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